Si echáis un ojo a las entradas del año pasado vereis que los componentes del grupo cuya intención era ir al Ironman de Niza recomenzábamos nuestra temporada con nuestros sanos ataques de entrenamiento. No habíamos hecho más que empezar y ya había saltado la primera “tensión” en el apartado de natación. Mejorar la longitud de brazada o de ciclo sin sacrificar la frecuencia ni el ritmo de nado acorde con el momento de la temporada.
Es muy sencillo el hecho de contar las brazadas por largo pero debemos tener en cuenta nuestra capacidad de separación y deslizamiento de la pared pues no es lo mismo comenzar las brazadas a 2,5 metros que 5 u 8. Y no sólo esto, no es lo mismo llevar una frecuencia de 6 brazadas cada 5 segundos que cada 4,25. O un ritmo de 1’20’’ cada 100 metros que de 1’40’’. Así que, sed cautos a la hora de alardear acerca de las brazadas que damos por largo y fijaros en la medida de lo posible de los otros dos parámetros.
Las relaciones existentes entre la velocidad de nado, frecuencia de brazada y longitud las podéis ver en el esquema que tenemos más abajo. Dicho esquema es el expuesto en diferentes ponencias por parte del director técnico de la Federación Española de Triatlón , Juan Rodríguez Biehn.
Cuando nos referimos a frecuencia de brazada hablamos de un patrón con un componente mayoritariamente fisiológico mientras que en el caso de la longitud nos vemos que el componente de mayor cuantía es el técnico. Por tanto, como conclusión al “venazo” que nos dio….”a pensar en la técnica cuando nadamos”